Quando se assinalam os 6 anos da morte de José Saramago, recupero o conto da autoria de Joan Morales Alcudia, (Barcelona, Espanha), intitulado "Un Cuento para José" (2015).
O autor reconhecido estudioso da obra de José Saramago, tem publicado diversas matérias, nomeadamente o livro "Saramago por José Saramago", da Editorial El Páramo (2013).
Mais informação sobre o autor, aqui
Joan Morales Alcudia e José Saramago (Universidad Menéndez Pelayo, Agosto 2000)
"Un Cuento para José"
Pode ser descarregado aqui,
A José y Pilar, por regalarme su tiempo
"La vida, esa misma vida que había creado el Universo junto a Siete lunas y a Cuatro soles para que brillasen eternamente, hizo que en aquella radiante tarde del mes de junio, ambos anduviesen enredados en una misma nube. El cielo, que jamás había asistido a un espectáculo tan extraordinario, contemplaba para entonces los rostros de ambos planetas tomando sin proponérselo lo más invisible y bello. El crepúsculo- si es que realmente todavía se le podía continuar llamando de ese modo - dibujaba sus últimas pinceladas tiñendo de rojo los paisajes.
El sol que se ha unido con su luna, la luna que se ha unido con su sol; amándose, sintiendo el frío, el calor, el miedo, la duda, la sombra de la expectativa- la del uno, la del otro, la del otro con la de la una, la de la una con la del otro- aturdidos en el asombro más efímero y cotidiano ¡cuán idénticos no eran ambos en sus respectivas incertidumbres!
“No tengo palabras”- le había dicho momentos antes Siete lunas: “No necesito de tus palabras, me basta con tu presencia”- le había respondido Cuatro soles: “Siento frío, abrázame: tengo miedo, mucho miedo. Haz que tus rayos aniquilen mis temores”. “Sabes bien que no puedo hacerlo”- dijo él.
“¿Entonces?”. “No tengo respuestas… acaso sólo tenga que preguntas”. “Entonces, ofréceme todos tus interrogantes, Cuatro soles” - le pidió Siete lunas. “Está bien: sabes lo mucho que te necesito…pero no tengo certezas. Desconozco hasta qué punto convergerán nuestras órbitas, nuestras trayectorias, nuestros destinos- si prefieres tal palabra-, pero, acaso y, a pesar de todo: ¿no crees que sería muy hermoso si nos dejásemos llevar? ¿No crees que sería muy bonito tratar de aprender a convivir con la incertidumbre aceptando que hay un riesgo? Por lo que a mí respecta, sabes bien que no me faltará jamás ilusión para ello… ni paciencia, como que tampoco” - añadió Cuatro soles en un último destello.
Siete lunas se aproximó a uno de sus rayos. Callada, en silencio. Contemplaba un gran vacío desde el agujero más profundo del firmamento - o, al menos, eso le pareció a Siete lunas. Sus ojos, los de él, desarbolados, definitivamente ahogados en la presencia de Siete lunas, reclamaban cuanto antes la necesidad de una brasa de oscuridad para difuminar sus temores tanto o más que ella necesitaba de todas y cada una de sus confirmaciones para disipar definitivamente su particular ramillete de angustias- o tal vez fuese lo mismo planteándolo al revés. Él ¡la quería tanto! “No sabes lo duro que resulta querer dar lo mejor de ti y no tener una luna con la que compartirlo: Es…es… horroroso… ¡horroroso!”- dijo Cuatro soles apagando las palabras: “Te quiero, Siete lunas: te quiero muchísimo”. “No digas eso, Cuatro soles: Tengo miedo, miedo de no cubrir tus expectativas” “¿Y quién no lo tiene viviendo en el Universo?- le respondió él. “No sabes lo que me alegra” “Lo sé: me basta con asomarme a los luceros que contemplas cada noche”. Un mar de zafiros blancos enlazaba ya sus órbitas.
“No hace falta que sigas regalándome más palabras ¡no te imaginas cómo me gustaría saber utilizar las mías con tanta profundidad!”- le confesó ella: “Ssshh, calla, calla… no sigas…por favor, no sigas… No digas nada: tu silencio es un bien igual de valioso”- dijo él, para añadir: “ me basta con saberte cerca de mí, con sentir el latir de tu corazón, la franqueza de tu sonrisa, esa nobleza tan hermosa, la luz de tu pelo alborotado”
“¡Para, para! vas a hacer que me ruborice”- replicó Siete lunas. “Acércate, quiero sentir tu frío; esa luz que yo no tengo”- le respondió Cuatro soles. “Tengo miedo a defraudarte, Cuatro soles; mucho miedo” “No temas, acércate: te necesito para vivir tanto o más que a mi propio…”- y aquí, iba a decir corazón, cuando su condición planetaria le aconsejó mejor usar la palabra núcleo: “Hasta ahora, sólo he vivido de sueños”- agregó él. “¿Y?” “Que con tu presencia siento que ya no voy a necesitarlos por el resto de mis días. Déjame ver tu otra cara, permíteme que ilumine todos tus rincones. Déjame que descubra tus facetas más oscuras. Déjame entrar en ti con las llaves de mi brillo. Por favor, déjame estar a tu lado. Necesito descubrirte con caricias y con besos” “Me asustas: necesito tiempo” “¿Acaso no te basta con toda la eternidad? Pídeme que pare el tiempo si es eso lo que deseas: sabes que por ti lo haría. ¿A las cuatro va bien? Bien sabes que soy incapaz de hacerte daño: Me lo impide mi propia fragilidad. Quiero orbitar a tu lado. “Pero tú…-dijo Siete lunas… ¡no me conoces!” “Lo sé, ¿y tú, acaso te conoces a ti misma?” “No quisiera hacerte daño”- dijo ella: “Más daño me harías si no me dejaras intentarlo”- sentenció él. Y añadió: “Pero si has de clavarme un puñal de mentiras en el futuro, hazlo ahora con tu lado oscuro… y olvídame sin más: Siempre he sentido una gran atracción por los planetas sinceros….¡y tu lo eres!”
Siete lunas parecía desear alejarse por momentos. Sin embargo, como si estuviesen predestinados a ello, sus orbitas, volvieron a cruzarse de nuevo.
“¿Sabes? Tengo un lado muy oscuro….” “Y yo todo el tiempo del mundo para tratar de comprenderlo” “Lo digo en serio, Cuatro soles” “Te quiero” “¿Con mis zonas oscuras, incluidas?”- dijo ella: “Por supuesto, no sería quererte si no fuese de ese modo. Lo cierto es que, sin ellas, no serías más que una parte de la luna y no una luna entera, ¡una mentira cochina, vamos!- esto último tan sólo lo pensó- y yo, como podrás comprender, como que lo que quiero es una luna completa. Para partes, me basta con un trozo de sandía”. Siete lunas sonrió: “Me encanta lo bien que explicas lo celestial yendo hasta lo terrenal” “¿Sabes?- dijo uno de sus más brillantes rayos amarillos: A veces tengo la sensación de que todo esto no es más que una ilusión”. Ella le escuchaba en un silencio casi reverencial: “A veces me preguntas qué quedará de nosotros cuando explosionemos” “¿Puedes ofrecerme respuesta?, contestó un tanto extrañada Siete lunas. “Lo sabes igual que yo: poco, muy poco- por cierto, como a todos los planetas -: polvo, gases. Y con ellos, volarán también las dudas, los miedos, las quimeras, los sueños, los anhelos, las desesperaciones, las alegrías, los llantos. Apagarnos, colapsarnos, e irnos. Es ley galáctica, ley del Universo.
Para entonces, aquellos fantásticos sueños que se habían fusionado en el preciso momento en el que Cuatro soles acarició con un rayo de luz a Siete lunas, dieron paso a una explosión de alegría en la conciencia de que, ni que fuese por unos instantes, ambos podrían tender ciertos puentes como planetas: “¿Me dejas ser tu laurel?” “Y tú, ¿me permitirías que te elevase con mi pico?”.
Aquella madrugada, la Tierra, engalanó todos y cada uno de los confines del cielo con auroras boreales."
© Joan Morales Alcúdia
Sem comentários:
Enviar um comentário