Perguntam-me não raras vezes:
- "Qual o livro de José Saramago que mais gostaste de ler?"
A resposta que pode ser dada a cada momento:
- "Impossível de dizer... não sei responder, não seria justo para com outros (livros) não nomeados. Mas uma coisa sempre soube. Uma obra de Saramago, enquanto "pseudo ser vivo" ou com "gente dentro" tem que me raptar, prender-me, não me deixar sair de dentro das suas páginas. Fazer de mim um refém, e só me libertar no final da leitura... mesmo ao chegar à última página. Aí, o "Eu" leitor que se mantém refém, liberta-se da "gente que a obra transporta dentro" e segue o seu caminho.
Mas segue um caminho que se faz caminhando, conjuntamente com mais uma família"

Rui Santos

domingo, 16 de agosto de 2015

Paulo Markun entrevista José Saramago em 13/10/2003 - programa "Roda Viva"


Entrevista de Paulo Markun - Narração Valéria Grillo
Restante Painel: 
- Sylvia Colombo da Folha de São Paulo
- Ricardo Soares da TV Cultura 
- Aurora Bernardini da USP Literatura Comparada
- Rinaldo Gama do Instituto Moreira Salles
- Leyla Perrone-Moisés, critica literária
- Haroldo Cerevolo Sereza do Estado de São Paulo
(...)

Pode ser visualizado aqui, via YouTube
em https://www.youtube.com/watch?v=QCACUZly3DM

Sinopse da apresentação do programa
"O programa Roda-Viva, do canal Cultura, entrevista José Saramago - Escritor Português. Com mais de duas dúzias de livros já traduzidos para sete idiomas, o escritor português José Saramago, prêmio Nobel de Literatura de 1998, reúne em sua obra o pensamento social e humanista que o caracteriza como reconhecido romancista da língua portuguesa e como pensador crítico da globalização, da lógica do mercado e do individualismo que marcam o homem no mundo contemporâneo. José Saramago faleceu dia 18 de Junho de 2010, aos 87 anos."

Ángela Olalla entrevista Saramago (Universidade de Granada - 1999)


Ciclo "El intelectual y su memoria": José Saramago
Ángela Olalla entrevista a José Saramago 
(Universidad de Granada, Facultad de Filosofía y Letras, 1999)

"Contra la tolerancia" Texto de José Saramago (9/12/1992) publicado no "El Pais"

Pode ser consultado e lido, aqui
em http://elpais.com/m/diario/1992/12/09/opinion/723855602_850215.html


 
"Contra la tolerancia"
"Es justa la alegría de los lexicólogos y de los editores cuando aparecen, al son de los tambores y trompetas de la publicidad, anunciándonos la entrada, de unos cuantos millares de palabras nuevas en sus diccionarios. Con el paso del tiempo, la lengua va perdiendo y ganando, se vuelve, cada día que pasa, simultáneamente más rica y más pobre: las palabras viejas, cansadas, fuera de uso, apenas resisten la frenética agitación de las palabras recién llegadas, y acaban por caer en una especie de limbo donde permanecen a la espera de la muerte definitiva o, en el mejor de los casos, del toque de la varita mágica de un erudito obsesivo o de un curioso ocasional, quienes de esta manera le darán todavía un breve destello de vida, un suplemento de precaria existencia, una última esperanza. El diccionario, imagen ordenada del mundo, se construye y se desenvuelve sobre tantísimas palabras que vivieron una vida plena, después envejecieron y languidecieron, primero generadas, después generadoras, como lo fueron los hombres y las mujeres que las hicieron nacer y de las que vendrán a ser, a su vez, y de modo simultáneo, señores y siervos.Crecen, pues, los diccionarios, se expanden continuamente, como universos alfabéticos, con sus entrelazadas constelaciones de verbos y pronombres, conjunciones y preposiciones, sustantivos y adjetivos, adverbios y tutti quanti. Serían vertiginosamente mayores si en ellos decidiésemos admitir las múltiples y multiformes formas verbales, serían un poco más breves si de ellos eliminásemos los antónimos, palabras en verdad innecesarias siempre que no perdiésemos de vista y de sentido la simple noción de los contrarios. Nos bastaría que el diccionario registrase, por ejemplo, las palabras "feliz", "felicidad", para que, por una especie de operación mecánica conmutativa, en seguida se nos presentasen en el espíritu, quizá ayudados por la experiencia, los estados y sentimientos alternativos, la lágrima en vez de la sonrisa, la tristeza en vez de la alegría. La ausencia de los antónimos no volvería mejor el mundo ni nos liberaría de la parte de negatividad cósmica del bien y del mal, pero representaría, sin duda, un ahorro considerable de celulosa y de papel, nada despreciable en los pródigos y desperdiciado res tiempos que vivimos.


De igual manera procederíamos con aquella detestada palabra que se escribe con las letras de la "intolerancia", sombra de nuestros días, pesadilla de nuestras noches, embrujo retornado al mundo cuando, ingenuamente estúpidos, la creíamos desterrada de él para siempre, tomada, cuando mucho, exclusiva de las relaciones entre perros y gatos, los cuales, como es sabido, no se pueden ni oler los unos a los otros. Así fuera lanzada la maldita, expulsada de una vez de los diccionarios, nos quedaríamos viviendo en la buena paz de su contraria, la humanitaria y dulce "tolerancia", mil veces cantada y alabada, diana inocente de arengas de parlamento y sermones de iglesia, pío consejo de padres bien educados a la prole esperanzadora, guía inmaculada de moralistas impenitentes y confiados, estrella y faro de editorialistas, y filósofos. "La tolerancia", proclaman a coro, para el caso, y aquí sin mayores primores de estilo, pero con excesos de convicción, "la tolerancia, señoras y señores, es lo mejor que hay". Habiendo dicho esto, y como si, por su boca y pluma, hubiese sido anunciada la más incontrovertible de las verdades, esperan de la simplicidad de la gente común -yo, vosotros, casi todos- que tomemos por oro de ley, contrastado y a prueba de falsificaciones, lo que, probablemente, no pasa de imitación engañadora, insuficiente y equívoca aproximación de un estadio que ya tarda: el de la instauración de una relación de igualdad auténtica, ontológica, por decirlo así, si los puristas no me prohíben la palabra, entre todos los seres humanos, sean cuales sean sus orígenes, razas, colores y religiones.

Con su implacable magistralidad, el diccionario afirma que "tolerancia" e "intolerancia" son prácticas y conceptos extremos e incompatibles entre sí, y, definiéndolos de este modo, implícitamente nos concita, con exclusión de alternativas posibles, a situarnos en otro de aquellos polos, como si, entre ellos o más allá de ellos, no existiese o no pueda llegar a existir otro lugar, el de la reunión y, perdónese la retórica, de la fraternidad. Para ese lugar no tenemos nosotros la palabra identificadora, la brújula, la piedra de toque. No está la palabra en el diccionario porque no tenemos en la inteligencia la conciencia fulgurante que representaría, y también porque no llevamos en el corazón (séame perdonada otra vez la retó rica) el sentimiento que le con feriría una definitiva humanidad: los hombres, al final, no pueden, antes del tiempo exacto, inventar las palabras de las que, sin saberlo o no queriendo saberlo, vitalmente ya necesitan.


Bien vistos los casos y los comportamientos, ¿qué es la tolerancia sino una intolerancia aún capaz de vigilarse a sí misma, temerosa de denunciarse a sus propios ojos, siempre bajo la amenaza del momento en el que las circunstancias la arranquen o la fuercen a dejar caer la máscara de buenas intenciones que otras circunstancias le habían pegado a la piel como si fuese aparentemente la suya propia? ¿Cuántas personas hoy intolerantes eran tolerantes todavía ayer? Tolerar (lo que dice el respetabilísimo diccionario de la Real Academia Española) es "sufrir, llevar con paciencia, disimular algunas cosas que no son lícitas, soportar, llevar, aguantar", dándose como ejemplo de todo esto una elocuente frase: "Mi estómago no tolera la leche". Así, académicamente abonado, el tolerante podrá siempre decir que su estómago, en realidad, no soporta negros ni judíos, ni nadie de esa raza universal a la que llamamos inmigrantes, pero que, en fin, teniendo en cuenta ciertos deberes, ciertas reglas, y no raramente ciertas necesidades materiales y prácticas, está dispuesto a sufrirlos, a llevarlos con paciencia, transitoriamente, hasta el día en el que la paciencia se agote o las ventajas vengan a padecer una disminución sensible.

La tolerancia y la intolerancia son los dos peldaños de una escalera que no tiene otros. Del primer escalón, que es el suyo, la tolerancia lanza hacia abajo, hacia la planicie donde se encuentran los tolerados de toda especie, una mirada que desearía ser, quizá, comprensiva, pero que, las más de las veces, va a buscar equivocadas formas de compasión y de remordimiento por cuenta ajena a su razón de ser y a su afirmación cívica. Desde lo alto del segundo escalón la intolerancia mira con odio a la multitud de los extranjeros de raza o nación que la rodean y con desprecio irónico a la tolerancia, pues claramente ve cómo ésta es frágil, asustadiza, indecisa, tan sujeta a la tentación de subir al segundo y fatal peldaño cuanto incapaz de llevar a consecuencias extremas su perpleja voluntad de justicia, que sería renunciar a ser lo que es -simple permisión-, para volverse identificación e igualdad. O igualancia, si una palabra nueva hace falta, aunque de bárbaro sonido.


Tolerantes somos, tolerantes continuaremos siendo. Pero sólo hasta el día en el que haberlo sido nos parezca tan inhumano como hoy nos parece la intolerancia. Cuando ese día llegue -si llega-, seremos, finalmente, humanos completamente." (09/12/1992)

José Saramago es escritor portugués. Traducción: Eduardo Naval.

"Problema da homens" - a Violência Doméstica um alerta lançado (mais uma vez) relembrando as palavras de José Saramago

Recordando a campanha publicitária da Comissão para a Cidadania e Igualdade de Género
 "EM VOSSA DEFESA, DÊ UM MURRO NA MESA."
No vídeo e cartaz - Ódin Santos



Por estes dias, a Fundação José Saramago, deu mais uma vez voz, lutando contra o surdo silêncio que mata e destrói a sociedade, num dos pilares mais básicos que devendo ser protegido, parece encoberto e com dificuldade de ser erradicado. 
A VIOLÊNCIA DOMÉSTICA
Na sua forma mais comum, que passa pela tortura física e psicológica da mulher, tem também as suas variantes na agressão ao idoso e homens.

Aqui texto, publicado na página da Fundação José Saramago (13/08/2015)
Pode ser consultado aqui, em https://www.facebook.com/fjsaramago?fref=nf
"Ontem a Polícia de Espanha encontrou o corpo de duas jovens (de 26 e 24 anos) que estavam desaparecidas havia já seis dias. O suspeito do duplo homicídio encontra-se foragido. 
No ano passado, segundo dados oficiais, 53 mulheres foram assassinadas em Espanha vítimas de violência de género. 
O jornal El País publicou, algumas semanas atrás, um especial sobre o assunto onde, além de números, recolhe histórias. O trabalho pode ser lido em: http://elpais.com/especiales/2015/violencia-de-genero/
Em julho de 2009, José Saramago publicou no blogue que mantinha à época um artigo intitulado "Problema de homens", em que propõe uma marcha, feita apenas por homens, como tentativa de combater essa "vergonha insuportável" que é a violência contra as mulheres. Para ler o texto, aceda: http://caderno.josesaramago.org/54038.html"



O post pode ser consultado e lido, aqui
"Problema de homens"
"Vejo nas sondagens que a violência contra as mulheres é o assunto número catorze nas preocupações dos espanhóis, apesar de que todos os meses se contem pelos dedos, e desgraçadamente faltam dedos, as mulheres assassinadas por aqueles que crêem ser seus donos. Vejo também que a sociedade, na publicidade institucional e em distintas iniciativas cívicas, assume, é certo que só pouco a pouco, que esta violência é um problema dos homens e que os homens têm de resolver. De Sevilha e da Estremadura espanhola chegaram-nos, há tempos, notícias de um bom exemplo: manifestações de homens contra a violência. Até agora eram somente as mulheres quem saía à praça pública a protestar contra os contínuos maus tratos sofridos às mãos dos maridos e companheiros (companheiros, triste ironia esta), e que, a par de em muitíssimos casos tomarem aspectos de fria e deliberada tortura, não recuam perante o assassínio, o estrangulamento, a punhalada, a degolação, o ácido, o fogo. A violência desde sempre exercida sobre a mulher encontrou no cárcere em que se transformou o lugar de coabitação (neguemo-nos a chamar-lhe lar) o espaço por excelência para a humilhação diária, para o espancamento habitual, para a crueldade psicológica como instrumento de domínio. É o problema das mulheres, diz-se, e isso não é verdade. O problema é dos homens, do egoísmo dos homens, do doentio sentimento possessivo dos homens, da poltronaria dos homens, essa miserável cobardia que os autoriza a usar a força contra um ser fisicamente mais débil e a quem foi reduzida sistematicamente a capacidade de resistência psíquica. Há poucos dias, em Huelva, cumprindo as regras habituais dos mais velhos, vários adolescentes de treze e catorze anos violaram uma rapariga da mesma idade e com uma deficiência psíquica, talvez por pensarem que tinham direito ao crime e à violência. Direito a usar o que consideravam seu. Este novo acto de violência de género, mais os que se produziram neste fim-de-semana, em Madrid uma menina assassinada, em Toledo uma mulher de 33 anos morta diante da sua filha de seis, deveriam ter feito sair os homens à rua. Talvez 100 mil homens, só homens, nada mais que homens, manifestando-se nas ruas, enquanto as mulheres, nos passeios, lhes lançariam flores, este poderia ser o sinal de que a sociedade necessita para combater, desde o seu próprio interior e sem demora, esta vergonha insuportável. E para que a violência de género, com resultado de morte ou não, passe a ser uma das primeiras dores e preocupações dos cidadãos. É um sonho, é um dever. Pode não ser uma utopia."